Hacer Misiones. ¿Un mal necesario?

Cierta vez fui invitado a hacer misiones por la Convención Bautista Argentina, en Wanda, Misiones, Argentina, con sostén en dólares. Rechacé.

Otra vez fui invitado a ir de misionera en Malasia, Indonesia y Filipinas, por un presidente de Misiónen Australia. Rechacé.

También fui invitado a acompañar de vuelta a los apóstoles Pablo y María de Madrid, España, luego de mi invitación a Curitiba, Brasil. rechacé.

¿Qué quiero yo?


La primera vez que inicié mi vida de misionero, fue en diciembre del año 1979. Me fueron a buscar en casa, en Presidencia Roque Sáenz Peña, Chaco, Argentina. En Porto Alegre me esperaba Enéas Tognini, de la CBN. Aceptamos, y pastoreamos Santa María, RGS, y de ahí volvimos a Las Marías, Corrientes, Argentina, donde mi tesorera fue la hermana Bárbara de Navajas.

Temprano entendí que ser misionero debe ser, y es, una cosa pura y exclusivamente DEL ESPÍRITU SANTO. No que Él trabaje solo. Por el contrario, Él siempre anda con LA PALABRA, y LA IGLESIA.

Con todo, nunca vi ese trio andar juntos sino apenas internalizado en mí como un ideal, y una posición unilateral, pero absolutamente inclusiva de todos los que andan en el Espíritu de verdad. Con esto también afirmo que IR por cuenta propia, o por sueños, o visiones, o por presiones, nada tiene a ver con la debida obediencia al Espíritu y la Palabra.

Desde entonces, son 38 años de MISIONERO DEL ESPÍRITU SANTO a servicio de LA IGLESIA en cada ciudad que visito o permanezco, independiente de denominaciones.  ¿Cuál es el error, o el mal causado? Nunca existió. Por lo contrario, son los otros misioneros que DAÑAN a la Iglesia, porque no andan conforme LA PALABRA, y aunque salgan EN EL ESPÍRITU, al trabajar PARA UNA DENOMINACIÓN O DOCTRINA PARTICULAR, se desvían de la MISIÓN del ESPÍRITU.

Los otros tienen sueldo; cuidados de hermanos, y de una organización, y hasta de sus familias. Yo carezco de TODO, pero permanezco en el Espíritu y la Palabra, sirviendo a la Iglesia de verdad.

Pocos me reconocen, y muchos me desestiman, pero ninguno de ellos tiene tanta utoridad espiritual y de testimonio de vida como por la gracia de Dios se me ha dado, para servir a pastores, siervos en general, iglesias, grandes rebaños, y individuales siervos en crisis que los otros no ven, ni los atienden, y tampoco ayudan. Entre ellos se suicidan, abandonan el ministerio, se divorcian, se dividen, se deprimen, reniegan de la fe. Entre mi persona y Jesús, hay MARTÍRIO por amor [Col. 1.24].

Mientras servía de misionero del Espíritu, cuidé de mi familia, eduqué a los hijos, les llevé a la universidad y el trabajo, y sepulté a mi esposa con dignidad, con 2.000 hermanos de TODAS las iglesias de aquella ciudad del Chaco, que nos reconocieron y honraron, y me mantengo fiel en el vínculo familiar con los hijos, y ellos conmigo.

Cuando no regalé o vendí por monedas mis cosas al mudarme de campo misionero, me robaron siempre. Pero mi PATRÓN nunca me dejó en la calle y sin nada.

A veces aparece alguien que dice que el Espíritu Santo le habló que debía sembrar en mi ministerio, y lo hace hasta el primer chisme de "siervos" envidiosos y calumniadores, o permanece sembrando, pero con quejas.

Después de décadas sin jamás pedir nada a nadie, fui convencido por dos siervos amigos a solicitar patrocinio. Me arrepiento de haberlo hecho, porque no dio ningún buen resultado. Todos los que imaginan que yo viva como mendigo, luego me relatan sus COMPROMISOS MISIONEROS con el África o en algún otro proyecto. Si uno examina bien, sólo ofrendan dónde le aseguran retribución.

Sin el ánimo de subestimar los donantes esporádicos, debo honrar en éste escrito a la Pastora Mérces Vasconcellos de Londrina, Paraná, Brasil, que es la única persona de dios, verdadera misionera del Espíritu y la Palabra que invierte en mí desde el año 2014, "religiosamente", o sea, mensualmente sin jamás fallar, y sin reclamar ni especular por retribuciones.

Luego fundé una ONG y una Facultad Teológica, para así ayudarme a sostenerme independientemente. Si no fuera porque mi misión no es de los hombres, sino del Espíritu y la Palabra, no más estaría en pie, firme y caminando, y sirviendo a muchísimos siervos y congregaciones diversas, dando mucho de lo mío, y dándome "sin esperar recompensas de los hombres". No obstante, este relato pretende afirmar que "HACER MISIÓN" con recompensas incluídas, es UN MAL NECESARIO, pero HACER LA MISIÓN DEL ESPÍRITU Y LA PALABRA ...

NO TIENE DESPERDICIO! "PROBAD Y VE QUE ES BUENO...".



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